Un rincón de la Casa de las Palabras

Un rincón de la Casa de las Palabras





27 mar 2012

En la perfecta edad

El sabor del café, el cigarrillo,
el pausado paseo de la tarde,
el olor de la tierra cuando llueve,
la grata charla con algún amigo
y alguna rara página gozada
son tu amor a la vida, tus sentidos.
Ahondan las heridas con el tiempo
aunque oculten a su vez las cicatrices.
La juventud pasó, y eso que tienes
es lo que llaman madurez los necios.
Fernando Ortiz

18 mar 2012

Habla

¿A qué lengua se traduce la lluvia?
¿Cuántas sílabas forman el perfume
que la rosa destila? ¿Con qué rima
uncirías las olas de la playa?
¿Serías tú capaz de discernir
los hemistiquios en el beso último
de dos amantes, y ponerle acentos
al silencio sutil de sus pupilas?
¿Qué humana ortografía serviría
para ese ladrillo que a lo lejos
se oye en plena noche o para el pulso
que late en todo astro, incluso muerto?
Dime con qué alfabeto se transcribe

el sueño de la vida,
dímelo sin palabras, que son merma,
sin rima, sin acento, sin medida,
y luego, habla. 

Andrés Trapiello

9 mar 2012

A callarse

Qué puedo decir
ya
que no haya dicho
qué puedo escribir
ya
que no haya escrito
qué puede decir nadie
que no haya
sido dicho cantado escrito
antes.
A callar.
A callarse.


Quiénes somos
qué pasa
qué extraña historia es ésta
por qué la soportamos
si es a nuestra costa
por qué nos soportamos
por qué hacemos el juego.


Qué asco
qué vergüenza
este animal ansioso
apegado a la vida.
Idea Vilariño

3 mar 2012

Divagación en torno a los nenúfares

Cuentan que cierta mañana de otoño iba don Miguel de Unamuno paseando con Amado Nervo y acertaron a pasar a orillas de un estanque.

   ¡Qué plantas tan bonitas, don Miguel, ésas que flotan sobre el agua! ¿Cómo se llamarán?    preguntó el poeta, deteniéndose a mirarlas, con los ojos asombrados de quien las estuviera viendo por primera vez.

   ¡Nenúfares!    le contestó inmediatamente Unamuno   . Eso que saca usted siempre en sus poemas.

(...)

La mayor parte de los "intelectuales"    palabreja a la, dicho sea de paso, tengo una gran antipatía     plagan sus discursos de nenúfares. En nenúfares se convierten, pongo por ejemplo, la libertad, la condición de la mujer o la justicia social para quien al mismo tiempo que elabora peroratas más o menos brillantes sobre dichos asuntos, no se entera de que está tiranizando a los demás, es incapaz de hacer un esfuerzo para hacerle la vida agradable a la mujer concreta que tiene a su lado o no ve en la miseria y necesidad de los seres con cara y ojos de su más próximo entorno sino una inoportuna interrupción que obstaculiza su carrera magistral de redentor del género humano. Nenúfares son todas las abstracciones en letra mayúscula que tanto impresionan lanzadas desde el Parlamento, la cátedra, la televisión o la letra impresa, pero que a nadie le cuentan nada que pueda traer al recuerdo para sentirse confortado en el callejón sin salida de sus noches de insomnio, nenúfares los pretextos en nombre de los cuales se emprende una guerra para redimir a una humanidad cuyos miembros no se vacila en dejar sangrientamente diezmados; nenúfares la paz, la dignidad, la comunicación y el amor; nenúfares muertos, sapos disecados sobre el manto de tan solemnes predicadores.

Carmen Martín Gaite, El cuento de nunca acabar